25 nov 2015

Persona, animal o cosa

 

Creo que a todos, en algún momento dado, nos han sucedido situaciones generadas por alguna persona, por algún animal o por alguna cosa. También es posible que hayan coincidido varios calificativos en uno; es decir que haya habido personas que se hayan portado como animales y se hayan convertido en cosas.

Salvando todas las distancias nos puede suceder como con casi todo, que a fuerza de repeticiones cansinas, sucesivas, reiteradas y hasta compulsivas, lo que al principio nos pareció horroroso, nos acabe gustando o al menos aceptándolo con cierto buen grado o con resignada sumisión. La repetición cansina y meramente descriptiva de situaciones desastrosas, llega a instalarse en nuestras vidas como algo que a fuerza de repeticiones, se convierte en corriente y habitual.

Sin ir más lejos la situación de Bruselas con sus comercios, universidades, escuelas, trenes, metros y autobuses fuera de servicio y los ciudadanos encerrados en sus casas y sin poder ni asomarse a las ventanas, se puede convertir informativamente, en “lo habitual”. Que se hayan anulado libertades a cambio de seguridad, también se puede instalar en los ciudadanos cono “normal” y, parafraseando al Presidente Suárez, hacer “normal a nivel político lo que es normal a nivel de calle”… Pues disiento en el todo y en las partes. Si los ciudadanos de Bruselas, por cuarto o quinto día siguen viviendo como prisioneros de su “seguridad” y la de sus gobernantes por la presión y los miedos embutidos por los descerebrados asesinos a fuerza de atentados, los terroristas han ganado. Como decía ayer el alcalde de Bruselas: estamos viviendo bajo el régimen de los asesinos y auto destrozándonos a nosotros mismos y a nuestra forma de vida, a nuestra de ser y existir.

No creo que sea canjeable libertad por seguridad. La libertad no sólo es salir cuando quieras a comprar el pan, a dar un paseo o a tomarte algo. La libertad es transcendente a nosotros mismos. Es una forma de vivir, un estado anímico e intelectual que nos permite avanzar, emprender, equivocarnos y a veces perder, para poder aprender. La libertad no nos la tiene que dar nadie, solo nos la pueden quitar. La seguridad es relativa, individual y por tanto subjetiva. Lo que para uno seguridad es mirar a ambos lados de la calle antes de cruzar, aunque el semáforo nos de paso no es seguridad, es precaución. Salir a la calle con un casco integral por si nos cae una maceta tampoco es seguridad, es precaución, paranoica y excesiva, pero precaución.

La seguridad no tiene nada que ver con la libertad, como las peras con las patatas. Una es subjetiva y más o menos mojigata y pusilánime -dependiendo del individuo- y la otra, la libertad, es un estado de ánimo universal e independiente de ser persona o animal. Solo si se es una “cosa”, el asunto cambia. Pero como las cosas no suelen leer, no voy a entrar en más explicaciones.

Por cierto, ahora que me ha venido Suárez a la cabeza, con él me ha venido la canción de “Libertad, libertad sin ira”. La libertad siempre será libertad, hasta con ira ante injusticias y asesinatos execrables. Ya saben aquello de vivir y morir de pie o de rodillas.