27 mar 2014

Los que no iban en los trenes (11-M)

Puede haber asuntos que por desconocimiento, nos hagan prometer cosas en el convencimiento de que seremos capaces de llevarlas adelante, porque es muy fácil ver los toros desde la barrera. También depende de qué asuntos se traten y a cuántas personas puedan afectar esos planteamientos equivocados. Es el claro ejemplo del programa electoras del PP y sus permanentes contradicciones, que una cosa es predicar y otra bien distinta dar trigo. Estoy convencido que ninguna de las promesas del PP fueron premeditadas, ni hechas a mala fe, sino que tuvieron que improvisar sobre la marcha por un movimiento pendular de la economía global, que les sobrepasó.

Esto lo que demuestra es que no tenían ni idea de lo que se les venía encima, ni de en qué jardín se metían. Todos recordamos frases como: Deja que hundan España que nosotros la salvaremos y lindezas por el estilo que una vez más, demuestran su absoluta incapacidad para afrontar situaciones de crisis y mucho menos resolverlas. Pero una cosa son las promesas de los programas electorales de las que aún recordamos lo que decía de ellas El Viejo Profesor, fruto del ansia de proselitismos y ambición de poder y otra bien distinta la mentira cocinada, mantenida y agregándole, como a un árbol de Navidad, falsos argumentos como adornos envenenados sin descanso, con la clara intención de mantener y ampliar la mentira y de engañar con toda la consciencia y sangre fría, sabiendo que se hacía mal, de forma intencionada.

No es de extrañar que de tal palo tales astillas y que los que fueron directa o indirectamente, pero a sabiendas, cómplices de la mentira más infame de las últimas décadas, mamaran este estilo de hacer política.

El 11M del 2004 estaba con otros compañeros en una tertulia radiofónica, cuando se produjo el atentado más bárbaro de la historia de toda Europa. Vimos en directo por diversas pantallas de TV que había en el estudio, el espectáculo más dantesco imaginable aumentando el dolor por suceder en nuestro país y a nuestros hermanos. También vi las maniobras para arrimar las ascuas y los muertos a su sardina. Pero eso es otra historia…

Lo bien cierto es que lejos de convocar a todos los partidos ante tamaño crimen y por estar en el período en que se estaba, Aznar mintió. Se mintió y se mintió mucho y mal contra viento y marea. Tan  zafia y rematadamente mal mintieron todos, que se tuvo que orquestar un potente agi-prop con medios de comunicación afines, para que nos hicieran creer lo que a todas luces y en todo el mundo se sabía que era mentira: la teoría de la conspiración. Y esa mentira, tejida como una tela de araña, puede atrapar moscas y mosquitos, pero no frena a un elefante. Si el atentado físico asesinó a 192 personas, la tela de araña conspiratoria y aún hoy mantenida por demasiadas personas, mató social y profesionalmente a algunas más, y empujó al suicidio por las presiones de El Mundo de Pedro J. y La COPE de Jiménez Losantos, a la esposa del comisario de Vallecas en aquél momento, Rodolfo Ruiz.

Al miembro de los GEO que falleció en la explosión del piso de Leganés, Francisco Javier Torronteras, de 41 años, casado y con dos hijas, cuya tumba fue profanada y su cadáver quemado y que lejos de rendirle el homenaje que se merecía y continúa mereciendo, se le acusó de las cosas más abyectas que moralmente me siento incapaz de reproducir. Fuera de los trenes destrozados y lejos de las vías ensangrentadas, la tela de araña de la conspiración destrozó con mentiras y calumnias, entre otros a: Juan Jesús Sánchez Manzano, comisario de los TEDAX. Carlos Corrales, Pedro Díaz Pintado. Félix Hernando, UCO de la Guardia Civil. Olga Sánchez y Javier Zaragoza de la Fiscalía. A los Jueces Juan del Olmo, Javier Gómez Bermúdez, Alfonso Guevara. Al Comisario General de Información Telesforo Rubio. Sin contar con el escarnio permanente a Pilar Manjón, que perdió un hijo de 20 años, a la que le acusaba, día sí y día también, por pasear su dolor por los medios de comunicación, para dar pena…

Para los 192 masacrados por los Yijadistas y a todos sus familiares mi respeto y mi afecto más sincero. Para los mancillados vivos, que no están todos los que son, pero sí son todos los que están, mi más profunda admiración y apoyo incondicional.



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14 mar 2014

Europa no se merece el Sur

¿Qué se ve cuando miras un muro? ¿Qué se ve cuando miras un vallado? En el primer caso, el muro y en el segundo, dependiendo de lo denso del tramado, lo que hay detrás. En cualquiera de ambos casos al Ministro del Interior, le dio igual que el vallado fuese tan tupido como una cota de maya o que el muro estuviera construido con plexiglás; no había nada a la otra parte donde la policía marroquí “limpió” lo necesario, para que el Ministro les diera la mano “en caliente” y viviera in situ la normalidad en la zona. Y digo “en caliente”  porque, o los marroquíes pisaron suelo patrio, o nuestro político le robó por un instante la cartera a Margallo, Vamos que alguien tuvo que pasar la valla en los dos sentidos.

El Ministro del Interior deba palmaditas y preguntaba a una persona de color en el centro de acogida de Ceuta: “Where are you?” y la persona de color dijo al instante que “from Camerún”. Y siguió el Ministro a lo suyo dejando atrás al camerunés por si se animaba y seguía la conversación… Qué nivel el de ambos, del político que según lo visto y oído sabe inglés y el acogido que seguro que puede pedir un visado demostrando los estudios que ha cursado. Fue un poco la foto de campaña del político con un niño en brazos, paseando con una persona mayor y acariciando a un cachorrito del animal que sea. Luego, en un salón lleno de dorados, latón, verde y charol, el Ministro dijo “que criticar a la Guardia Civil, era una inmoralidad” (sic). Y la verdad es que él tiene que saber de eso bastante más que otros, por pertenecer donde `pertenece y por la religión que tan vivamente profesa. Pero ¿quién sabrá más de moralidad cristiana en este caso, el Papa Francisco cuando fue a Lampedusa, el Arzobispo de Tánger, más cercano, o él? Santiago Agrelo, Arzobispo de Tánger dijo: Es inaceptable que una política inhumana de fronteras obligue a las fuerzas del orden a cargar la vida entera con la memoria de muertes que nunca quisieron causar y que a los fallecidos se les haga culpables, primero, de su miseria y luego de su muerte” (sic). Y es que las personas jamás podrán ser “ilegales” en sí mismas.

Casi ha pasado un mes y un manto de concertinas oscurecidas por la sangre reseca a caído sobre la playa de Tarajal y sobre las medidas que se debían haber tomado, pero los focos están ahora en la visita a Ceuta y Melilla del responsable de lo hecho y de lo no hecho, aquél amanecer de Febrero.

La inmigración del Sur al Norte no es factible y hay que pararla, como ya se ha demostrado. Sin embargo la inmigración del Norte al Sur es otra cosa. Los inmigrantes del Norte que entran por los aeropuertos o por las autopistas fronterizas, buscando calidad de vida para tumbarse como lagartos indolentes al sol, en urbanizaciones donde solo se habla su idioma, se les recibe con la tradicional hospitalidad española. Se escriben periódicos locales en su idioma, impenetrables para los allí nacidos. Para ellos el libre tráfico de personas es válido, como para los jóvenes españoles que acuden como voluntarios o de lo que sea a Marruecos, para poder poner una experiencia laboral en su currículum.

Los inmigrantes del Norte, si que usan nuestra sanidad. Sí se les operan de lo que sea y se les coloca las prótesis que hagan falta. Llegaron a inventar el turismo sanitario y todo… Avanzados que son ellos.  Los del Sur, como lo fue mi hermano mayor Manolo, somos otra cosa.   No hay que olvidar que muchos y muchas españolitas y españolitos tuvieron que emigrar para que aquí pudiéramos comer. Si habría emigrantes hacia el Norte, por no hablar de los indianos, que Valderrama se pasó media vida interpretando permanentemente “El Emigrante”, que se grabó a fuego en los que se iban y en los que nos quedábamos. Y es que el Sur no está hecho solamente para que nos canten que para hacer bien el amor hay que venir aquí. 




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6 mar 2014

Debate del Estado de la Inanición

Tal vez porque soy poco partidario de los ejércitos, no me gustan las arengas ni aunque se lancen “desde lo alto de estas pirámides” que diría Napoleón. Igual es por esto que no me gustó el planteamiento, nudo y desenlace del Debate del Estado de la Nación a cargo del Presidente Rajoy. Fue un arranque de esos de cogedme que lo mato barrio bajero, con un tono y un volumen como si fuera un colaborador de Sálvame y con una persistencia en vender algo que ya nadie quiere comprar, con la tenacidad de los vendedores a puerta fría de antaño y alguno de ogaño, que aun resiste.

Salió tanto humo por su boca y tan espeso, que creo que los ujieres tuvieron que abrir puertas y ventanas para evitar intoxicaciones. Ilusionante sí que fue. Ilusionante como la magia que no entendemos ante un mago experto o como la habilidad indiscutible de los trileros. Los suyos, aunque se le vieran las palomas en las mangas y se le cayeran las cartas a menudo, miraban boquiabiertos al mago como los niños en un cumpleaños de su prima. Pero el resto no tragó. Rubalcaba lo clavó preguntándole en qué país vivía donde todo era una fantasía de luz y color, cuyo único problema son el setenta por cien de sus habitantes y ciudadanos. Una vez más, los agoreros de siempre que se quejan porque los desahucian, porque sus hijos o comen o les ponen la estufa, porque mueren en pasillos saturados de los hospitales con plantas cerradas y un número reducido a tijeretazos de personal sanitario y porque no entienden que se preocupen, de una forma obsesiva y alejada de la realidad, más de los no nacidos que de los más débiles, dependientes, parados de larga duración y mayores que deambulan por nuestras calles, como lo que en realidad son para esta etapa que nos toca vivir: muertos vivientes…

            Siempre hablando de economía y porcentajes mil, como si sólo existieran economistas en este país y en este momento, España no es país para ellos, en exclusiva. Los augures de esto de la economía hablan de unas cifras impensables para el resto de los mortales que infinidad de ellos, sólo están pendientes de los números de un calendario de bolsillo del bar de la esquina (los bancos, pobrecitos, ya ni los dan ni en Navidad), para ver que el número 10 del mes en curso, no caiga en sábado ni en domingo y se retrasen sus 426€, aunque solo sean un par de días, que son fundamentales para seguir arrastrando su angustia y su miseria 30 días más.

Las enormes y grandilocuentes cifras dichas por Rajoy desde el estrado de oradores, se convierten en malaventura en la calle. El tope de 12.000€ anuales para no abonar el IRPF, se convierten en una barra de pan más al mes, porque estamos hablando de alrededor de 40€ al año.

La izquierda fue mucho más realista y por eso se les tildó de agoreros, pesimistas y agonías por estar en la calle y ver y tocar el drama de millones de niños sin cena, de padres desesperados y de cómo la Justicia pasa de puntillas para no molestar, ante Infantas, Duques, banqueros, bancarios, tesoreros del PP, diputados, alcaldes y concejales de todos los colores, entre otros, mientras niegan indultos a Jueces ejemplares, para dárselos a kamikazes asesinos, presidentes de clubs de fútbol y toreros alcohólicos al volante que se llevan por delante vidas humanas.

El diputado Baldoví, de Compromís y de mi tierra, en los escasos minutos que le tocan, empezó con la letra de la canción de la “Abeja Maya” y concluyó, en solidaridad con los 1.200 trabajadores que “la chispa de la vida” va a poner en la calle, estrujando un bote del refresco todo poderoso, para decir que los ciudadanos no podremos realizar grandes actos, pero si actos pequeñitos, como no comprar el refresco que le cambió el color al traje de Papá Noël y no votar al PP. 



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