6 mar 2014

Debate del Estado de la Inanición

Tal vez porque soy poco partidario de los ejércitos, no me gustan las arengas ni aunque se lancen “desde lo alto de estas pirámides” que diría Napoleón. Igual es por esto que no me gustó el planteamiento, nudo y desenlace del Debate del Estado de la Nación a cargo del Presidente Rajoy. Fue un arranque de esos de cogedme que lo mato barrio bajero, con un tono y un volumen como si fuera un colaborador de Sálvame y con una persistencia en vender algo que ya nadie quiere comprar, con la tenacidad de los vendedores a puerta fría de antaño y alguno de ogaño, que aun resiste.

Salió tanto humo por su boca y tan espeso, que creo que los ujieres tuvieron que abrir puertas y ventanas para evitar intoxicaciones. Ilusionante sí que fue. Ilusionante como la magia que no entendemos ante un mago experto o como la habilidad indiscutible de los trileros. Los suyos, aunque se le vieran las palomas en las mangas y se le cayeran las cartas a menudo, miraban boquiabiertos al mago como los niños en un cumpleaños de su prima. Pero el resto no tragó. Rubalcaba lo clavó preguntándole en qué país vivía donde todo era una fantasía de luz y color, cuyo único problema son el setenta por cien de sus habitantes y ciudadanos. Una vez más, los agoreros de siempre que se quejan porque los desahucian, porque sus hijos o comen o les ponen la estufa, porque mueren en pasillos saturados de los hospitales con plantas cerradas y un número reducido a tijeretazos de personal sanitario y porque no entienden que se preocupen, de una forma obsesiva y alejada de la realidad, más de los no nacidos que de los más débiles, dependientes, parados de larga duración y mayores que deambulan por nuestras calles, como lo que en realidad son para esta etapa que nos toca vivir: muertos vivientes…

            Siempre hablando de economía y porcentajes mil, como si sólo existieran economistas en este país y en este momento, España no es país para ellos, en exclusiva. Los augures de esto de la economía hablan de unas cifras impensables para el resto de los mortales que infinidad de ellos, sólo están pendientes de los números de un calendario de bolsillo del bar de la esquina (los bancos, pobrecitos, ya ni los dan ni en Navidad), para ver que el número 10 del mes en curso, no caiga en sábado ni en domingo y se retrasen sus 426€, aunque solo sean un par de días, que son fundamentales para seguir arrastrando su angustia y su miseria 30 días más.

Las enormes y grandilocuentes cifras dichas por Rajoy desde el estrado de oradores, se convierten en malaventura en la calle. El tope de 12.000€ anuales para no abonar el IRPF, se convierten en una barra de pan más al mes, porque estamos hablando de alrededor de 40€ al año.

La izquierda fue mucho más realista y por eso se les tildó de agoreros, pesimistas y agonías por estar en la calle y ver y tocar el drama de millones de niños sin cena, de padres desesperados y de cómo la Justicia pasa de puntillas para no molestar, ante Infantas, Duques, banqueros, bancarios, tesoreros del PP, diputados, alcaldes y concejales de todos los colores, entre otros, mientras niegan indultos a Jueces ejemplares, para dárselos a kamikazes asesinos, presidentes de clubs de fútbol y toreros alcohólicos al volante que se llevan por delante vidas humanas.

El diputado Baldoví, de Compromís y de mi tierra, en los escasos minutos que le tocan, empezó con la letra de la canción de la “Abeja Maya” y concluyó, en solidaridad con los 1.200 trabajadores que “la chispa de la vida” va a poner en la calle, estrujando un bote del refresco todo poderoso, para decir que los ciudadanos no podremos realizar grandes actos, pero si actos pequeñitos, como no comprar el refresco que le cambió el color al traje de Papá Noël y no votar al PP. 



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