23 feb 2014

Entre naftalina y formol (Playa del Tarajal. Ceuta)

Si el minuto de silencio que se guardó en el Congreso de los Diputados por la muerte de 15 personas en la playa del Tarajal en Ceuta, lo hubiera guardado antes de responder el Director General de la Guardia Civil, otro gallo nos cantaría. A la espera de las cinco horas de los totales de los vídeos grabados por las treinta y siete cámaras de la valla fronteriza, las que hemos visto hasta ahora, no dejan duda de que se utilizaron medios antidisturbios. Se ve claramente como la disposición de la Guardia Civil, es la misma que cuando se preparan para una carga en desórdenes públicos. Y esa no fue nunca la actitud de la Benemérita en estos casos, ni la equipación que llevan en otras situaciones similares. La Guardia Civil no decide individualmente que tipo de uniforme se ponen, ni que equipación llevan, sino que responden a órdenes concretas de la superioridad. Del mismo modo que ellos no deciden a qué zonas acuden, ni cuál es procedimiento a emplear. La verdad es que el Director General del asunto, parece un tipo con camisa azul, sacado de un NO-DO de los años cincuenta. Es que ese firme ademán, ese olor a naftalina y formol que desprende, le inviste más de Jefe Provincial del Movimiento que de La Guardia civil del siglo XXI… Chulesco, brabucón, de mirada de pez, de “cogedme que lo mato” y de perdonavidas con un mal vino, en un salón de billares, o saliendo a las claras del día del Pasapoga o del Molino, y enfrentándose con el guardia que le recrimina sus voces con un: “no sabes con quien estás hablando, que tengo un carné que si lo saco te escondes debajo del coche…”. Pero ahí está el falangista valeroso, sosteniéndola y no enmendándola, con las banderas al viento yendo hacia las montañas nevadas, por rutas imperiales con recio ademán. Es un jodido retrato viviente de una España que fue y que jamás debía haber sido. Me recuerda a los Guerrilleros de Cristo Rey cuando campaban a sus anchas por las facultades llenas de rojazos, liándose a lo que dan los curas por la mañana, hasta con el Rector con total inmunidad. Da igual que el propio Ministro le desmienta, a él se la suda porque es un español con lo que hay que tener. ¡Qué vergüenza y que ganas de vomitarle en ese pelo planchado con “fijador” y brillantina!

Quince personas ahogadas en el mar ante otras que, lejos de socorrerlas, hacían todo lo contrario. Esa actuación, ni por obediencia debida, ni por excesivo celo en el cumplimiento del deber, ni puñetas. Se ha incumplido la más elemental de la Ley del Mar. Se han dinamitado los Derechos Humanos más primarios y elementales y hay que tenerlos cuadrados, para estar viendo como personas se están ahogando y estar sin mover un dedo (bueno menos el índice que les sirve para disparar) y  con las botas secas en la orilla.

Menos mal que dentro de todo el lío, incluido Granados que se ha apuntado al exclusivo club suizo del PP, a la Infanta no le van a quitar la Medalla de Oro de Barcelona y así podrá devolver algo del préstamo que le hizo papá. 



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