3 jun 2014

Queremos, Podemos y Debemos

Los partidos y sus políticos ya han empezado su particular maratón y sus travesías del desierto, con la meta puesta en la primavera del 2015. Algunos ya han estado calentando y estirando en el entrenamiento de las elecciones que culminaron el pasado domingo con resultados espectacularmente satisfactorios o no, en función de la hinchada que les animó en forma de voto. A algunos les tiemblan las piernas de la debacle de verse privados de apoyos que creían inasequibles al desaliento. A otros les tiemblan las piernas al verse en el pódium sin tan siquiera haber sudado la camiseta, ni haber entrenado apenas.

Hasta el domingo bien entrada la noche, hubo gente que ni se habían enterado de que había más partidos que los tres o cuatro clásicos “de toda la vida”, y en eso llegó Fidel, como dice la canción. Pablo Iglesias, el de su nombre en calles y plazas y linotipista de oficio no, el nuevo, que con un golpe en la mesa, hizo tambalear todo el frágil castillo de naipes de los partidos clásicos. Un poco comparándose con el Éibar y su ascenso a Primera. - “¿Podemos? ¿Qué es eso de Podemos…?”

Lo que el domingo y el lunes fue sorpresa ante una formación joven, ilusionante, acaparadora de los que menos esperanza tienen en el actual sistema y de a los que les han quitado casi todo menos la dignidad y la capacidad de expresarse en las urnas, a personas jóvenes que ven como les han ido segando la hierba bajo sus pies en las facultades. Jóvenes que han tenido que dejar de estudiar por la terrible situación laboral y económica de sus familias y la imposibilidad de conseguir una beca. A ellos, ahora, han empezado a despreciarlos. A llamarlos frikis y a compararlos, atención señoras y señores, con la extrema derecha francesa y al triunfo electoral de Hitler… Los jóvenes en nuestro país están jodidos, y no es una invención de nadie, hasta el Papa Francisco, a su vuelta del viaje a Tierra Santa, en la rueda de prensa que dio en el avión, puso como ejemplo de una sociedad economicista deshumanizada, que en España hubiese un 50% de jóvenes sin empleo y que en Andalucía el porcentaje alcanzaba el 60%... Los jóvenes que estaban anestesiados y deprimidos ante la distancia y falta de comprensión de los representantes de los partidos clásicos, los jóvenes que no se veían representados en unas personas que parecen sus abuelos y abuelas, que jamás saldrían de cañas con ninguno de los políticos de los partidos “de toda la vida”, querían dejarse oír, dejar de ser sujetos pacientes para plantar los cimientos de su mundo, de sus inquietudes, de su futuro que les estábamos ennegreciendo elección tras elección. Los jóvenes se levantan un 15 de Mayo y quieren y deben cambiar las cosas tal y como se las hemos dejado los mayores. Pero no les dejamos y ellos no podían. Bastó que aparecieran otros jóvenes que decidieron decir que, si queremos y además debemos, podemos. Y Podemos ha sido como la parábola del grano de mostaza, como el copo de nieve que rodando rodando forma una inmensa bola que derriba todo lo que a su paso se pone. Podemos es el grito reconstruido y globalizado de nuestro Mayo del ´68. Se han movilizado con las herramientas que manejan y tienen a su alcance, las redes sociales, como nosotros hacíamos con las Ciclostil y las panfletadas. Nosotros corríamos delante de los grises y ellos corren delante de los azules, pero el espíritu de Podemos es nuestro mismo espíritu revolucionario, transgresor, inconformista y destructor de estructuras obsoletas, rancias y llenas de ancianos que les da igual cómo sea el futuro, porque ellos ya lo han alcanzado. El futuro de los políticos mayores, es el presente de nuestros jóvenes y de Podemos. Y su futuro, será el que una vez fue nuestro a principio de los ´80.

Nuestro futuro, el de los mayores, ya está amortizado y ni Rubalcaba, ni Rosa Díez, ni Cospedal, ni Lara pueden sintonizar con jóvenes vivos y ansiosos de profundas reformas porque, entre otras cosas, es imposible. Las personas queremos, Podemos y además, debemos.



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