2 dic 2013

Impotencia

Ayer a las 19:15, escuché a Vicent Midsuf, presidente del Comité de Empresa de RTVV que, como recogía una edición especial del Diario Oficial de la Comunitat, oficialmente se cerraba el RTVV a media noche. Creo que es una de las contadas ocasiones que he estado, desde las 10:30 de la mañana, pegado a una radio y aún continúo. Una de las pocas veces que no podía dar crédito a lo que decían los compañeros, sin sentir como el estómago se me volvía del revés como un calcetín. Profesionalmente estuve muchas noches y días y semanas en un ¡ay!: la pantanada de Tous, el asesinato de Manuel Broseta, las niñas de Alcácer, el 11-M y otras muchas que por ser de ámbito local, provincial o autonómico, no dejaron de ser menos dolorosas aunque tuvieran menos repercusión. Los periodistas, casi la peor profesión en la valoración de las encuestas, somos bastante más que los vociferantes de las tertulias y programas de las televisiones. Los periodistas sufrimos y lloramos cuando tienes que cubrir una información desde el lugar de los hechos. Recuerdo a compañeras/os aterradas/os y llorosas/os, como yo mismo, en una noche negra y fría mientras la Guardia Civil alumbraba con sus linternas los cuerpos de Toñi, Miriam y Desirée a la espera del juez, y con más angustia, si cabe, transcribiendo las notas para los informativos autonómicos y nacionales de la cadena en la que trabajábamos. Los periodistas siempre están ahí.

 Pero la primera vez que me sentí, como la inmensa mayoría de los españoles, pegado a una radio, fue la tarde noche y madrugada del 23F. La noche de los transistores. Y ahí estaban los periodistas porque no lo olviden: Sin periodismo no hay Democracia.

Ayer me sentí de una forma muy parecida ante la misma impotencia  frente al ataque directo al Estatut d’Autonomía y a la Constitución. En un caso por borrar del mapa el único soporte informativo, lúdico y cultural en nuestra lengua, y en el otro por dinamitar el Art. 20 de La Constitución Española. De un plumazo han pasado como un tanque por encima de lo más sagrado de cualquier país: su Estatut y su Constitución. Al partido en el gobierno de nuestra tierra y del estado español, siempre le han perdido las formas. Su altanería, el ponerse los votos obtenidos, con evidentes mayorías, como una armadura que les hiciera instalarse en la columna del querido Peridis. Esto es un estado de excepción, porque las decisión ha sido excepcional. No puede ser que personas a las que conozco por trabajo y por amistad, hayan votado desde la bancada del PP lo que han votado. Pero ahí están los 49 enterradores. ¿Y qué dirán a sus familias, a sus hijos y a sus amigos, “obediencia debida” ?

¿Qué va a suceder con el edificio del centro de producción de Burjasot, qué va a pasar con las instalaciones y edificios de las sedes provinciales, qué va a ser de los equipos técnicos, enlaces, repetidores y sobretodo, qué va a ser de los fondos de documentación y archivos de imagen y sonido de 24 años de nuestra historia? ¿Quién va a ocupar y a qué precio, los espacios radioeléctricos de las frecuencias de RTVV…?

Como dijo ayer el portavoz de EU en Les Corts, citando las palabras de una periodista italiana: -“Es más fácil luchar contra la Mafia que contra Berlusconi. La Mafia no cambia las leyes”.



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