24 oct 2013

La tierra nos salva


Un ingeniero naval alemán, allá por el inicio de los años ’70, no entendía por qué en España con la calidad, diferencias de tierras y la variedad de climas y microclimas, no nos dedicábamos a la agricultura en todas sus facetas y vertientes, aprovechándolas en lugar de intentar competir con su país en fabricar tornillos: -“Si en Alemania tuviésemos vuestro clima y vuestras tierras, te aseguro que nuestras empresas serían agroalimentarias y no industriales. Y, en todo caso, las industrias girarían en torno a la agricultura innovando y modernizando el sector al máximo”. Del turismo hacía la misma reflexión sobre la profesionalización y modernización de los servicios e instalaciones hosteleras y lúdicas. -“Tenéis tanta variedad de costas, como de tierras en el interior y no sabéis sacarle partido”, decía. Alrededor del turismo de costa, continuaba, hay enormes posibilidades industriales en cuanto crear y desarrollar productos para su potenciación y en el interior tenéis el mejor románico que existe, entre multitud de obras de arte en arquitectura, obra civil, militar y religiosa. –“¡Ahí está vuestra industria!” -enfatizaba-.
La verdad es que nadie le hizo ni puñetero caso porque estábamos enloquecidos con la industrialización y el 600, el abandono del campo y el éxodo a las grandes ciudades dónde, según decían en el pueblo los mozos que volvían de la mili, ataban a los perros con longanizas. Aunque a fuerza de ser sincero siempre he creído que lo que más les gustaba eran las luces de neón y la libre posibilidad de visitar a señoritas que fumaban.
Todo esto me ha venido al magín al oír al Banco de España y a Montoroman, secundado por el Presidente de la CEOE que, como Saulo cuando cayó del caballo, han visto una luz cegadora que se les echaba encima y no a la lejana salida del túnel de la crisis. Y todo gracias al turismo y a las exportaciones agroalimentarias… Cuando el latigazo de la crisis nos ha llegado hasta el hueso y hay familias que no tienen qué llevarse a la boca, se vuelven los ojos a la tierra.
El pasado mes de agosto, en una verbena estupenda, había un grupo de jóvenes que estaban celebrando el fin de carrera y, se lo aseguro, de los siete que eran, dos estaban decididos a volver a recuperar y poner en marcha las tierras de sus abuelos que estaban abandonadas utilizando todas las técnicas punteras y herramientas tecnológicas para desarrollar sus proyectos. El resto, ante las expectativas laborales, dudaban entre hacer un máster de lo que fuera y seguir estudiando si sus padres se lo podían permitir o emigrar a países emergentes.
Pero aunque la crisis no nos maltrata a todos por igual -y no hay más que ver, por ejemplo, el salario del portavoz del PP en Les Corts Valencianes-, ha sido curioso ver a Iñaki Undargarín, salir a hacer la compra en Ginebra con una bolsa reutilizable de Mercadona. Ya puede estar contento Juan Roig de ver cómo sus bolsas viajan por Europa y en manos de quien. (Bueno en manos de quién vamos a dejarlo). Igual que hace unos años no había viaje ni coche que se preciara sin unas bolsas de El Corte Inglés, ahora lo más, parece ser que es llevar bolsas de Mercadona, que igual llevan productos frescos al corte, que es en lo que está el empresario valenciano, que un montón de billetes de quinientos euros, ahora que ya están por Suiza.
 
 

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