20 nov 2012

Subir y bajar

Ya sabíamos todos que es mucho más difícil subir que bajar. Que subir es mucho más duro y costoso. Que para subir, tal vez haya que dejar, para aligerar, demasiadas cosas por el camino y que al final, sólo sirva para que la caída sea desde mucho más alto.
Cuando se es pequeño/a, creíamos que se referían a las cuestas que nos eran más conocidas y próximas; las que llevaban a la ermita, al huerto, a las eras, o al Carmelo. Luego entendimos que se referían a los estudios. Más adelante a encontrar un trabajo y así hasta que de repente, una cosa dura y cotidiana como es el ladrillo, va y primero se mete en una burbuja, para luego que la misma estalle y el ladrillo se pegue un guantazo considerable y se haga añicos. Y nos pasó como con los accidentes; que siempre pensamos que les pasan a los otros…
Al poco tiempo fuimos viendo cómo los otros, estaban cada vez más próximos, hasta llegar a nuestro círculo de amistades y hasta nuestra propia familia. Nos esforzamos más en nuestros trabajos, echamos todas las horas posibles -aún sin cobrarlas-, para que la empresa notara nuestra entrega y tesón…El resto ya lo saben. Hemos sido todo un poco como Félix Baumgartner, sólo que él, ya puso los pies en el suelo y nosotros -la mayoría-, continuamos en caída libre y durante más de cuatro minutos y diecinueve segundos… El asunto, el trágico asunto y la gran diferencia, es que él sabía hacia dónde caía, mientras que nosotros -creo que todos en estos momentos-, no tenemos ni pajolera idea de dónde está el final. Aunque cada uno, como con las cuestas siendo niños, nos imaginemos el particular y cercano.

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